sábado, 31 de octubre de 2009

La mujer invisible...



No hace mucho recordaba con unas amigas mis primeras experiencias ammanitas, la incertidumbre previa a una actividad tan normal, como ir a la compra, por ejemplo.
Vivíamos en un barrio populoso de Amman. Edificios de tres plantas, muchos niños, tan gritones como sus madres. Multitud de comercios de todo tipo, de esos de toda la vida, algún supermercado mejor abastecido, pero nada de centros comerciales modernos.

El mero hecho de ir al super me producía una angustia tremenda. Siempre me atendían la última. Si tenía que comprar embutido, siempre había delante de mí alguna señora. Yo esperaba paciente a que llegara mi turno. La buena señora tenía un poder de convocatoria tremendo. A ella se unían otras y comenzaban un parloteo incesante. Mientras, yo esperaba. El empleado de turno las atendía una a una. Yo las miraba perplejas y decía:
- Pardon, do you attend to me?
Y ellas me miraban con cara de indiferencia. Esa terrible mirada me hacia exclamar:
- Sorry, madam.
Cuando la improvisada reunión terminaba y se marchaban contentas con sus compras, era cuando realmente me tocaba a mi. Así un día tras otro. Me marchaba llorando a casa llena de rabia por la indiferencia a la que me sometían y porque la paciencia a veces se me agotaba.

Una mañana volviendo de mi “batalla” particular y con los ojos húmedos, me encontré con Rachid, el portero de la finca. Muy preocupado me pregunto: "This one all good madam?" Intenté explicarle que no, que no estaba bien, que tenía problemas en el super con las otras señoras.
- Does not worry. I help madam, no worry, please-, fue su respuesta.

Pasaron unos días y en el portal me lo encontré fumando tranquilamente. Le comenté que iba a la compra e insiste en acompañarme, a lo que accedí con agrado. Cuando llego el momento de la tan temida cola, Rachid preguntó al tendero qué pasaba conmigo, por qué no me atendían correctamente. Y con tono amable y en un perfecto inglés, el señor le dijo:
-She is a quiet lady, does not speak, does not shout as other women. She is invisible.
Atónita los miré a los dos y a la concurrencia que allí había. Esta vez fue el bueno de Rachid quien compro por mi.

A los pocos días volví. Con esta voz de contralto con la que me ha dotado la genética comencé mi parloteo. Buenos días, ¿como se han levantado hoy ? ¿hace calor? Quiero cuarto y mitad de chopped de pavo, por favor, y de mortadela turca, si es tan amable... Así hasta casi quedarme afónica y con una sonrisa de oreja a oreja...
Las señoras me miraban sonriendo. El muchacho que cortaba afanosamente el fiambre también. Una de ellas se acercó, me extendió su mano, pensé que me iba a tapar la boca, pero no, me ofreció un cálido apretón, diciéndome su nombre. Ese día salí a la calle contenta. Había ganado mi pequeña batalla y era feliz. Me hice amiga de muchas de ellas, las veía todos los días. Compartía té en sus casas, y juegos con sus hijos.
Nos mudamos unos meses después. Cada vez que vuelvo al barrio me reciben con sonrisas y recuerdan con cariño el día que deje de ser “la extranjera invisible” y me convertí en una de ellas.


Besos cálidos ¡¡¡






7 comentarios:

PILAR dijo...

Pobrecita mi niña. Te imagino con ojitos de asustada e impotente ante esos "loros" (con perdón, sólo me refiero a lo del parloteo ese gritando). ¡Qué tierna anécdota! Me ha encantado. Y qué bien supiste adaptarte. Vamos, que aplicaste sabiamente lo del "donde fueras, haz que lo que vieras". Muy inteligente por tu parte. Sólo los mejores sobreviven.

Un besazo.

Arantzazu dijo...

Gracias por compartir tus comienzos en la vida ammanita. Imagino la angustia que tuviste que vivir en los primeros momentos, pero con el carácter tan bueno que tu tienes no tuviste problemas para adaptarte a tu nueva vida. Un beso y buen fin de semana. tq.

Anónimo dijo...

Si no puedes con ellos, únete....jajaja.
En estos paises donde la expresividad es tan acentuada, la introversión es un pequeño handicap.
Siento que la adaptación fuese tan dura, pero hasta de los momentos más penosos se aprende, y veo que tu aprendiste rápido, compañera.....
Muchas gracias por tu regalo, no merezco que me dedicases una entrada tan hermosa.

Anónimo dijo...

¡Me encató tu relato!. Se pueden sacar de él montones de lecciones de lo que es nuestra relación con los demás. ja,ja,ja. ¡La mujer invisible!. Bueno...te hizo llorar la situación...pero la superaste muy bien.
¡Besos!

magic dijo...

Millannnnnn ¡¡ que no te veo¡¡
Puedes hacer algo ?

Santa dijo...

Curiosa u dura anécdota! Bravo por no rendirte..!

La comunicación siempre es complicada... y más en otra lengua y muuucho más en un país como Amman...

Besos de té negro con fresas

Isabel dijo...

Que risaaaaa!!! tu tan educada, tan calladita y lo que hacía falta era soltar un berrido, o marcar el territorio o levantar la pata ¡¡ hacerse notar!!!si es que no es lo mismo un super moderno que un mercado o tienda de toda la vida o entras en el circulo o te quedas fuera mujer invisible.
Bueno que me lo he pasado muy bien leyéndote.
Un abrazo hermana

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