lunes, 13 de diciembre de 2010

Lo que mata el amor...




El psicólogo Walter Riso afirma que los dos principales enemigos del amor son : la indiferencia y la decepción.
La indiferencia forjada a fuego lento, es quizás la más dolorosa; la dejadez, esa caricia que no llega, el beso frió del desinterés...

Por otro lado la decepción que golpea de manera inesperada, sin dar tiempo al corazón a prepararse, provocando esa muerte súbita del amor.
Como dice Riso, es la mezcla de asombro negativo y desilusión.

De repente descubrimos que la otra persona no era lo que esperábamos. Tal vez las expectativas eran tan grandes, tan fuertes ; que viendo como se derrumba nuestro castillo de arena dejamos de admirar. Es imposible amar a quien no se admira... Y tu dejaste de admirarle.
Dejaste de verle con los ojos del corazón. La ilusión que te alimentaba de repente se volvió vacío... algo se rompió sin remedio.
Y ahora una vez que has intentado pegar los pedazos y has visto a tu pesar, que el resultado es tristemente lamentable, por fin, te liberas.

Aquello que era una porcelana impecable y bella, ahora queda reducida a una pieza maltrecha, como una colcha hecha de retazos.
Y te admiro por volver a ser tu. Más grande que nunca; fuerte y empezando a brillar de nuevo. Esa es mi chica ¡¡
Con el corazón algo maltrecho pero aquí estás. Nos caemos y volvemos a ponernos en pie, recordarás y te quedarás con los buenos momentos.
Los malos ya se olvidaron...

Mil besos como soles.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero cómo es mi niña... Mi querida Magic, es como si estuvieras dentro de mi corazón. De hecho, lo estás. Yo te lo abrí y tu entraste.

Y sí, es cierto, eso es lo que pasa con los mitos. Te admira su brillo, te dejas deslumbrar por él. Pero cuando te acercas y compruebas que sólo era un espejismo de desierto, un castillo de arena, y no una fortaleza, como tú creías, es cuando eres consciente de la realidad, y entonces quien se desmorona eres tú por no haber aceptado las gafas de sol que tantas veces me ofrecías. Pero como tienes un pegamento sólido, y amigas como tú que te ayudan a recoger todos los trocitos y sujetarlos mientras hace efecto, rápidamente te recompones y ni se notan las juntas. Y vuelves a ponerte en pie, en pie de guerra contra el brillo y con unas buenas Ray-Ban polarizadas.

Y hasta descubres que la amnesia tiene su utilidad.

Gracias por estar ahí siempre. Tú sí que eres mi regalo en la vida...

Ojalá que nunca necesites de mi pegamento, pero si alguna vez lo quieres, ten por seguro que ahí me tendrás, SuperGlue en mano.

Besos de aquí a Ammán, pero por el Pacífico.

Santa dijo...

Y después de tanto andar,
ya supe que es el olvido.
Amar lo que se ha perdido,
y perder después de amar.

Darío Jaramillo

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