domingo, 30 de mayo de 2010

Al-Qéhira, "la victirosa" . El Cairo...

Como todas las ciudades de gran extensión, a El Cairo hay que contemplarla desde lo alto. Además para descubrirla, hay que pasear sus calles, dejarse ir y llevar por sus rincones más escondidos. El ancho río, el ritmo frenético de la ciudad nueva, la cadencia de la ciudad antigua. Es la vida incontenible, inagotable...

Nos recibe la circulación caótica y desordenada. Los túneles, los pasos elevados y el deporte nacional: tocar las bocinas de los coches, con o sin motivo.
El polvo que recubre los edificios, que está presente en el aire, que jamás abandona la ciudad, le da esa luz a la "victoriosa" que tanto la caracteriza. Dicen que la luz lo es todo en El Cairo.

Nuestro destino al Norte, el viejo barrio de Gamaliyyah. El corazón islámico. Callejuelas tan bien descritas por Naguib Mahfuz. Queríamos alejarnos de pirámides, de turistas y vivir la esencia de los cariotas. Buscamos un hotel familiar, pequeño y sin muchas pretensiones. El hotel , con el sugerente nombre de Arabian Nights, situado muy cerca de Azhar St. , resultó perfecto.

La convivencia de las diversas religiones se dibuja en el cielo cariota. Las cruces de las Iglesias coptas, los minaretes y las pirámides. Ni los más fastuosos rascacielos pueden competir con tal magnitud y belleza.
Paseamos por el viejo Cairo. El barrio copto, nos deslumbró con su tranquilidad. La comunidad copta, muy abundante, es un ejemplo de tolerancia religiosa en Oriente Medio.
El Convento de San Jorge, Iglesia de San Sergio, el Museo , los restos de la Fortaleza Romana de Babilonia... Y la Iglesia Suspendida, que es la Iglesia de la Virgen, aunque ha ido perdiendo su nombre original. Construida sobre la fortaleza romana, está repleta de reliquias e iconos.

Seguimos hasta la Ciudadela . Es El Cairo islámico en todo su esplendor y belleza.
Si nos apartamos un poco de las calles concurridas, podremos el alma de la ciudad. Es el alma que reza a Alá . Bajo el polvo y a veces, la suciedad, hay que descubrir Mezquitas y Mausoleos . Joyas que aparecen detrás de cualquier rincón, para sorprender al caminante.
Perderse en el azul de la Mezquita de Alabastro. Mirar desde allí con otros ojos el perfil de la ciudad que se extiende ante nosotros. Saladino mandó construir una fortaleza, desde donde pudiera tener el control de todo el territorio que pudiera alcanzar su vista. Y así se hizo. Un espacio agradable, que en los días de fiesta se llena de familias, de risas de niños.

Nuestros pasos nos llevan de vuelta al viejo barrio. Vamos dejando detrás, maravillas como Ibn Tulún, la Mezquita del Sultán Hasan, la impresionante Universidad de Al Azhar...
Volvemos a la verdadera luz y esencia de los cariotas. Ruidoso, laberíntico, el bazar de Khan el - Khalili, una verdadera cueva de Alí Baba, que se abre antes nuestros ojos. En el sobreviven oficios olvidados. Comerciantes que a grito en cualquier idioma, intentando descifrar tu procedencia. Si nos alejamos de las calles principales, atestadas de turistas, nos encontramos con la verdadera vida del barrio. No hay gritos, ni proposiciones matrimoniales, ni "tocamientos" descuidados. Nos podremos concentrar con los cinco sentidos en lo que nos rodea. Un sinfín de pequeños negocios. Terrazas donde disfrutar de un té rojo e intenso. Gente que guarda su forma de vida, sus costumbres y su ritmo pausado en medio del caos más absoluto.
Y si la suerte acompaña, quizás podamos descubrir alguna mansión escondida, casi en ruinas, que guarde en su interior otros tiempos, otras historias...
Me llevo mi particular tesoro. Una abaya bordada con hilos de mil colores, adornada con brillantes cristales. Una preciosidad.

Hemos encontrado conversación y compañía , en los cafés. Dicen que hay más de 30.000 en toda la ciudad. Rincones propicios para la tertulia, donde matar el tiempo. El Café de los espejos, Al Fishawy, que guarda la esencia de los viejos escritores.Café Riche, con sus más de cien años. Otros menos importantes y no por ello, con menos encanto.

Nos hemos dedicado a la gastronomía. En rincones apartados del bullicio, descubrimos lugares poco visitados, donde nos han sorprendido con platos delicioso. Kushari, arroz con pasta y salsa; Kofta, cordero picante, entre otras delicias. Amantes de la miel y la almendra, los dulces han sido toda una tentación.
Y hasta aquí nuestro pequeño, pero intenso recorrido por El Cairo. Volvemos a casa más felices. Con la sensación de que parte de nuestro corazón se ha quedado cautivo en sus calles. Hasta siempre "Victoriosa" ...

Besos y abrazos.











3 comentarios:

Anónimo dijo...

ainsssssssss que bien suena, y además te has traido un regalo precioso!!!!!!!!!!!!

Genial que disfrutarais tantísimo de este viaje.

Un besote muy muy grande, muakaaa

Arantzazu dijo...

Como siempre viajo a través de tus palabras. Me alegro mucho que hayas disfrutado de esta escapada. un Beso enorme.

magic dijo...

Gracias chicas ¡¡ mis "hermanitas" las primeras en conocer mis peripecias por esas tierras. Un besote grande a las dos...
Se os quiere ¡¡¡¡¡¡¡

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