Vengo de un funeral, tres días de pena, idas y vueltas a la casa familiar. A muerto Rachid, el bauab del primer edificio donde viví en Amman. Os hablé de él en una de mis cartas; "La mujer invisible".
Hoy le dedico esta carta, con alegría como le hubiese gustado, alegre como era él.
Rachid Wahbí, de la tribu Wahbí del sur de Egipto. El bauab, es el portero de la finca, eso significa el que más manda en el edificio y en parte de la calle según el prestigio que tengas entre los vecinos.
Rachid ejercía como nadie su oficio en todo el barrio. Sentado en su silla de plástico blanco, estrategicamente colocada en la entrada del edificio. Por las mañanas se le veía descalzo, con los pantalones remangados hasta las rodillas echando baldes de agua que corría como cascada en las escaleras del edificio; parecía un milagro que no se inundaran las casas, nunca pasaba.
Por unos pocos dinares al mes, Rachid hacía practicamente de todo para los vecinos. Sacaba la basura, pagaba los recibos de agua y de luz, ayudaba con las compras... todo con su mejor sonrisa.
Rodeado siempre de colegas nunca faltaba alguien al que mandara a lavar un coche, a barrer la acera, comprar algo en la tienda más lejana, todo según los caprichos vecinales.
Para mi siempre fue un misterio, que desde su silla en ese microcosmos tan particular pudiera mandar tanto y a tantos.
Cuando llegué Amman fue de las primeras personas que me ofreció una sonrisa, me esperaba para cargar las maletas hasta el ascensor. Era casi de madrugada pero su fortaleza hacía pensar que para Rachid no existían las horas. Fueron pasando los días y aunque nuestra conversación no era muy fluida, su inglés malo y el mio muy de "academia" parecía una barrera infranqueable, cuanto me equivoque el podía con todo.
Una mañana aparecio con una libretita y un lápiz, me pidió que a partir de ese día dibujara todo aquello que necesitara de él. A veces un grifo roto, otras un paquete de tabaco, botellas de agua... cuando salíamos de ruta regaba las plantas, las pocas que tenía en aquella casa tan destartalada en la que viví.
Cuando mi marido me dejaba sola por trabajo, casi no tenía que salir de casa, no sé de que manera oía
mis pasos en la escalera y allí estaba para atenderme.Así podría seguir hasta eternizar esta carta, fue tan generoso con nosotros, tan bueno conmigo...
Lo recordaré en su garita, al pie de la escalera, después de la jornada de trabajo, rodeado de sus colegas, compartiendo te, telenovela de tarde y muchas risas.
Descansa en Paz amigo, que Allah te acoja en su Gloria. Me despido con la melodía que repetías una y otra vez:
"Luxor Baladna" ( Luxor mi tierra)
Luxor baladna ala aljarta
chouf eljabayed
jabayebna...
2 comentarios:
Hola Magic. Teniendo un corazón tan grande como el tuyo sé que siempres recordarás con cariño a este buen hombre. Es bueno haber conocido a gente tan generosa. Ánimo. Un abrazo.
Que descanse en paz. Esta ha sido una carta muy bonita...
En casa de mi abuela tambien tenemos un superbauab. No me explico que consigan hacer todos los recados de todos los vecinos.
Aunque un poco tarde: RAMADAN KAREEM ♥
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