miércoles, 22 de febrero de 2012

Locuras de amor...





¿Quien no ha hecho locuras por amor?  El que ama es capaz de casi todo por el ser amado.
Hay locuras maravillosas, locuras creativas, originales, divertidas; desafiamos miedos, damos golpes de estado a nuestros bolsillos, ponemos en juego nuestro futuro. Quizás utilizando los cinco sentidos no lo haríamos,pero el amor, ay el amor ¡¡ lo puede casi todo.
Algún día te levantas con los astros cruzados, es un día importante para ti, tal vez el aniversario de un momento importante, una fecha señalada en el calendario de tu corazón. Pero pasa algo, un gesto, una palabra mal entendida, para el otro deja de ser una prioridad para convertirse en algo para celebrar más tarde, en otro momento; pero para ti ya no será igual... por que nos empeñamos en  querer ver más allá de lo que hay, nos alejamos de la realidad para inventarnos  un conflicto donde no lo hay. Llenamos nuestro cabeza de malos augurios casi sin querer. Sus pasos se alejan con un "hasta luego"  sin más, quieres llorar y lloras sin consuelo.
Suena el teléfono, contestas y un cambio de planes repentino, el trabajo, entiendes sin querer entender añadiendo más oscuridad a tu corazón.  Sabes que su trabajo te obligará a pasar el día sola, que la noche será larga y fría sin su abrazo. Empiezan entonces a  materializarse las ideas que te rondan desde que sabes que no estará. Algunas llamadas para averiguar  el hotel donde se alojará en la ciudad donde va, buscas un mapa de carretera que te lleve hasta allí... comienzas tu locura de amor, tus dudas aumentan con los preparativos, pero dispuesta ya eliges la ropa que sabes que le gusta, el perfume que te regaló...


Preparas el coche, agua, algo de comer , cigarrillos y música, es la primera vez que conducirás casi   300 kl. sola. Tres horas por delante algo asustada, llena de incertidumbre, no te permites ni un pensamiento negativo. Le va a gustar, le encantará , se sorprenderá al verme, pero será para bien; comienzas tu aventura.


Haciendo cálculos, llegarás a la hora del almuerzo y él llegará a la puesta de sol. Así imaginando como será el momento del encuentro y casi si darte cuenta vas dejando atrás paisajes por donde has pasado mil veces antes, haces la parada habitual para tomar un café y fumar un cigarrillo. Y sigues adelante , ya casi lo has logrado... de repente las montañas ante ti,  te sientes orgullosa, ya está en tu destino.


Llegas al hotel y aunque crees que lo más difícil ya está hecho, convencer a un recepcionista que nada pone  de su parte para ayudarte no es tarea fácil... y sin miedo al fracaso te inventas una historia, sacas el libro de familia, suplicas mil veces que no le llamen para confirmar... ¿confirmar qué? que le amas, que estás loca de amor , que es tan maravilloso que se merece esta sorpresa y mil más. Pero el amor siempre tiene un cómplice, quizás la suerte o el destino, tal vez alguien que ante la adversidad elige la ternura y de repente consigues la llave y ya estás ahí, habitación 316. Son las tres de la tarde , pides algo de comer y te vas preparando para el encuentro. Un largo baño, el maquillaje justo, un ligero toque de perfume,te vistes para gustarle, para sorprenderle. Dejas a la vista el regalo que con tanto cariño habías  envuelto, el vino, las copas y escribes una nota de amor que tanto le gustan esperando que pase el tiempo.
Miras como se abre la puerta, su cara de susto y de enfado a la vez, piensas que no ha sido buena idea y esperar el chaparrón...
-¿que haces aquí? ¿ como has venido?
- he venido a dormir contigo, he conducido sola quería sorprenderte, me quedaron cosas por decir esta mañana.
- ¿ y para que está el teléfono? ¿estas loca? te podía haber pasado algo

- pero no me ha pasado nada y estoy aquí 
- estás loca, estás loca...
- sí, quizás esté loca, pero te amo y  esto es una tontería de la que nos reiremos algún día.
- a mi no me hace ninguna gracia, pero te amo, ya lo sabes y no se me ha olvidado, aunque pensaste que sí.


Y se acerca y te abraza, te besa mientras te dejas llevar una vez más. Te da su regalo y le ofreces el tuyo, aprovechas el instante, la felicidad absoluta que no querrías que desapareciera nunca...
Se separa de ti un momento, susurra un -gracias-  que te hace estremecer,  coge  con ternura  la nota que has colocado sobre la almohada, sonríe de esa manera tan suya que tan bien conoces y lee en voz alta: 




"Hay amores tan bellos, que justifican todas las locuras que hacen cometer"



























martes, 21 de febrero de 2012

Maravillosa Petra ...

 




Maravillosa Petra nevada...
Febrero 2012


Que lo disfrutéis. Abrazos y más.

martes, 14 de febrero de 2012

San Valentín...







¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?




Feliz San Valentín ¡¡ 

domingo, 12 de febrero de 2012

Lo que quiero ahora...


Lo que quiero ahora
Magazine| 19/01/2012 - 
Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo.
Ángeles Caso



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